Miguel Burgos
Fotoperiodista y Líder de Jóvenes
http://www.lidersoy.blogspot.com
La otra unción
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¡El poder de Dios está bajando en este momento! ¡Su presencia esta aquí! ¡Siente su poder mi hermano! ¡Alábale, alábale, aleluya! Decía el predicador desde la plataforma, al mismo tiempo la gente lloraba, caía al suelo, oraba en lenguas, los ancianos recibían revelaciones, todos gritaban y exaltaban a Dios.
El ministerio de alabanza estaba tocando poderoso; una de esas alabanzas que te tocan a la primera, el sonido era impresionante, el bajo hacia que te vibrara el pecho y el bombo de la batería por poco y te contraminaba contra la pared con cada patada.
Los jóvenes saltaban de alegría, recibían confirmación de promesas a través de la palabra y de personas ungidas; se movían compulsivamente. Más atrás alguien profetizaba diciendo –Así dice el Señor- , otra persona al fondo interpretaba las lenguas que se habían otorgado a los recién bautizados por el Espíritu Santo, la unción de Dios inundo aquel lugar en aquella noche de santa locura y mucha gente recibió sanidad de sus dolencias físicas, otras fueron liberadas de cargas espirituales y ataduras de demonio.
Al final, el predicador se bajo de aquella plataforma biblia en mano, con la alegría de combatir en victoria, cual metafórico guerrero que se baja de su caballo después de la conquista con su espada. Aun sangrienta de Satanás, de las heridas provocadas al blandirla contra las huestes y principados de maldad. La iglesia contenta por la cosecha de almas.
La otra unción
Analicemos un caso hipotético. Que se vuelve realidad muchas veces.
Marta una de las asistentes, llego esa noche a su casa encontró a su marido furioso porque la comida no estaba hecha y no le contestaba el celular desde hace ratos. Lo que resulto en violencia intrafamiliar de cena, con la policía de postre cortesía del 911.
Kevin, antes de llegar a poner un pie en la puerta de su casa se encontró con los vagos de la esquina, que lo hicieron hacer la cabuda para comprar una botella, y echarse unos dos que tres para ponerse galán antes de irse acostar.
Yesenia, recibió la invitación de uno de sus antiguos amigos quien la invito a salir a estrenar su nuevo carro, y probar, que tan cómodo era el asiento trasero en un predio baldío. Y así uno a uno muchos de los que recibieron presencia de Dios, fueron perdiendo el gozo –como dijo mi amigo Carlos Solano- , y fueron a vender el oro santo por hierro barato sin utilidad productiva para adornar.
Nos derramamos en lágrimas en los cultos, conciertos, campañas, en la célula semanal, pero no se entiende si lloramos de la amargura de nuestros pecados o del gozo de actuar como hijos de Dios. Porque los frutos no se nos ven.
Tenemos la garganta desgarrada de gritar aleluya, gloria a Dios, amen. Todos los domingos oramos en lenguas en voz alta ante la congragación para que nos escuche el pastor y nos de los privilegios que nos gustan. Pero nuestras oraciones carecen de efectividad. ¿Cuando tu intersección a Dios ha resultado en sanidad de alguien?... Ni de la mascota siquiera.
Si queremos encontrar una razón fácil de la falta de gente en las iglesias, les daré una muy practica. No llegan porque nunca hemos llevado a nadie al pórtico de Salomón. A continuación te explico.
“Y teniendo asidos a Pedro y a Juan el cojo que había sido sanado, todo el pueblo, atónito, concurrió a ellos al pórtico que se llama de Salomón”
Hechos 3,11 (RV)
Nótese la oración “todo el pueblo atónito concurrió a ellos” Nuestros hermanos inconversos, necesitan hechos no lloriqueos inútiles, ya basta de trataditos y versículos memorizados desnutridos de poder, emuladores de novenarios de vela.
Si queremos que nuestra comunidad se convierta, tenemos que darles razones para que nos visiten, motivos para que nos sigan, trastornarles la razón con milagros y prodigios de poder del único Espíritu Santo, para que crean en Aquel que nos ha enviado. Jesucristo.
No estoy en contra del quebrantamiento de la persona, de llorar en la legítima presencia de Dios, ni mucho menos de las manifestaciones del Espíritu Santo, mas si de la falta de efectividad en el campo de acción del cristiano. Tenemos que reflejar a Cristo en nuestras realidades temporales; diariamente, cada minuto.
Si tu hermano, vecino, compañero o amigo no ve los resultados de lo que dices que tienes, nunca impactaras la vida de nadie. Pero si pasaran un buen rato burlándose de ti, te lo aseguro. Nuestras matemáticas de enfermos y enproblemado no cuadran con respecto a la cantidad de miembros creyentes, (supuestamente) lectores de la palabra, que deberían de estar bien, bendecidos, prosperados y en victoria.
Es incoherente que los cristianos el domingo estemos llorándole a Dios y de lunes a viernes carcajeándonos con el diablo.
Recibiendo y dando poder a los nuevos, es lo que debemos hacer siempre, palpando de primera mano la promesa de Jesús cuando dijo:
“Estas señales acompañaran a los que crean: en mi nombre expulsaran demonios; hablaran en nuevas lenguas; tomaran en sus manos serpientes; y cuando beban algo venenos, no les hará daño alguno; pondrán las manos sobre los enfermos, y estos recobraran la salud.”
Marcos 16, 17-18 (NVI)
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